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El Castillo y el Monasterio de Mur


En la cumbre de la sierra, a 800 metros sobre el nivel del mar, encontramos el Monasterio y el Castillo de Mur. Su situación es militarmente estratégica, pues desde aquí se visualiza toda la Conca de Tremp, y la comunicación visual es relativamente fácil, si se trata de intercambiar mensajes con fortalezas coetáneas de la comarca, como los Castillos de Llorda, de Orcau y otros similares que se pueden encontrar a lo largo de la Sierra del Montsech, y entorno a los limites tradicionales que separan, los siglos XI y XII, la Cataluña Nueva de de Cataluña Vieja. Nos referimos a coetáneas, cuando hablamos del Castillo como tal, no de Mur como fortaleza, de la que no es fácil fechar el principio de su existencia. Los restos de las murallas cíclopes son testigo de su antigüedad.

El Castillo actual, fue construido por los Condes de Pallars a la mitad del siglo XI, para la protección de la frontera con el Reino de Lérida, todavía islámico. Tiene una torre cilíndrica que constituye la pieza principal, su planta tiene forma oval de almendra o de nave. La muralla de piedra, de aparato menudo y regular, ligado con buen mortero, tiene unos diez metros de altura y descansa encima de la peña, conserva todavía el camino de ronda y restos de almenas, y rodea un patio en el interior del cual, y en uno de los lados, se levanta la torre cilíndrica del homenaje, de 16 metros de altura, y con una puerta elevada, que demuestra un segundo techo hoy hundido, que permitía su acceso. Cerca de aquí y en la popa del barco, se ven los restos de una cisterna que abastecía de agua a la fortaleza. En el extremo de la proa, se ve un arco y encima de ella, se amplió la zona de habitaciones probablemente en el siglo XII, erigiendo una segunda torre. Otras construcciones se adosaron al muro por la cara interna, reduciendo el tamaño del patio, probablemente también en el siglo XII, para albergar la caballeriza.



En el año 1055, el Conde Ramón IV, Ramón de Ramón, cuando se prometió con la hija de Arnau Mir de Tost, Valença; cedió el Castillo a su futuro suegro, como garantía de dote. Pasado el primer año de matrimonio y siguiendo el decreto de las leyes godas, el dominio directo del Castell de Mur, fue encargado a dicha Valença. Posteriormente al año 1071, Arnau Mir de Tost, en su testamento, se lo dejó en propiedad a su hija, la Condesa de Pallars, y a su nieto Arnau, hijo segundo de esta, los Castillos de Llimiana y Mur, entre otros. Así nace la Baronia de Mur, que dependía de los Condes de Pallars, aunque continuo conservando sus privilegios después de la incorporación del Condado en la Corona Real.

A unos cien metros del Castillo, están situados el Monasterio y la iglesia de Mur. El edificio de la iglesia se ve rodeado por un muro que incluye una serie de construcciones, posteriores a la canónica. De esta tan solo queda, fechado a la segunda mitad del siglo XII, el claustro, de planta cuadrangular; tres de las cuatro galerías, serían restauradas por los Amigos del Arte Viejo en 1935 y el otro en 1983 por el Departamento de Cultura de la Generalitat. Los capiteles, bases y columnas, muestran gran variedad de motivos ornamentales, pueden verse capiteles con motivos vegetales, geométricos, animales alados e incluso cabezas humanas.

La iglesia tiene tres naves, separadas por pilares de planta de cruz, y con ábside cilíndrico, decorados en el exterior por medio de lombardas y contrafuertes. La cabecera interior fue adornada con pinturas en la segunda mitad del siglo XII.

Las del ábside central, tienen una de las interpretaciones más interesantes del apocalipsis. Cristo dentro de una aureola que parece surgir de entre las nubes, levanta su mano derecha y con la izquierda sostiene un gran libro en el cual se puede leer:

EGO SVM VIA, VERITAS ET BITA NEMO VÈNIT AD PATREM NISI PER ME.

"Yo soy, el camino la verdad y la vida, nadie viene al padre si no es por Mí".


Encima de sus hombros se dibujan el alfa y la omega y, dentro de la aureola, doce luceros. Por la parte exterior de la aureola cuelgan siete lámparas de las cuales habla el Apocalipsis (cuatro a mano izquierda, entendidas como ollas, y tres a mano derecha en forma de copa). También sobre un campo decorado de luceros hay los cuatro de una zona que parece imitar nubes. Al lado de los símbolos se pueden leer cuatro versos de Carmen Paschale, de Sedulius:


OC MATEVS AGENS HOMINEM GENERALITER IMPLET, MARCVUS BT ALTA FREMIT BOX PER DESERTA LEONIS, MORÈ VOLANS AQVILA VERBO PETIT ASTRA IOHNNES, IVRA SACRA DOMINI LVUCAS TENET HORE JUVENTA.

"Eso Mateo generalmente lo hace valorando el hombre, Marcos, con voz profunda, como el león del desierto, Juan, como el águila que vuela en las altitudes y Lucas defiende los derechos del Señor con voz vigorosa".

Una cenefa con complejo trazado separa la Cuenca del semicilindro. Esta es abierto por tres ventanas que delimitan cerraduras en las cuales hay representantes apóstoles derechos, cuatro en los laterales y dos en el central. De izquierda a derecha, Santiago, Felipe, Simón, Tadeo, (ventana) Bartolomé, Pablo (ventana), Pedro, Andrés, (ventana) Santiago el Menor, Juan, Tomás y Mateo. Todos ellos llevan un libro, abierto o cerrado, entre las manos.

Al rebajo de la ventana de la izquierda hay dos atlantes que sostén una bola celestial; en los de la ventana central, Abel y Caín presentan sus ofrendas a Dios y, en la de mano derecha, Caín mata Abel, y la “Dextera Domini” que recrimina Caín. En el registro que hay bajo las ventanas hay diversas escenas que corresponden, al cicló de la vida de Jesús, separadas por una columna central. De izquierda a derecha Anunciación (actualmente perdida); Visitación Natividad, anunciación a los pastores y Epifanía, hace falta remarcar que aparece, en estas pinturas St. José.

El rector de Mur, MM. Josep Farràs i Serradell, vendió estas pinturas "sin que aparezca del todo clara la legalidad canónica de esta acción (archivo diocesano 98/10), al anticuario Ignacio Pollak, norteamericano, por el precio de 7.500 ptas. El arrancamiento lo llevó a cabo el experto Franco Steffanoni, italiano, y el traslado hasta pie de carretera fue hecho con las mulas de Cal Soldat de Collmorter.

Don Josep Castells y Bigorra, maestro de Vilamolat de Mur, hizo saber estos hechos, ocurridos durante el mes de agosto de 1919, a la Junta de Museos de Barcelona. Llegadas las pinturas en aquella ciudad, el Señor Joaquin Folc i Torres, director de la sección de arte medieval, se dirigió al Sr. Pollak significante-le que la junta estaba dispuesta a hacer uso de todos los medios legales para evitar que dichas pinturas fueran al extranjero el extranjero. En comprobarse, tal como manifestó en Pollak, que las pinturas habían sido vendidas a un coleccionista barcelonés, no se creyó oportuna la realización de ninguna otra gestión sobre el particular. La Junta incluso se sirvió de aquellas personas extranjeras para la adquisición, arrancamiento, traspaso en el museo, reentelar e instalación -durante los años 1919-1922 de las pinturas murales de las iglesias de S. Climent y Santa María de Taüll, Santa María de Aneu, S. Miquel de Anglosters y las pinturas de Muro, sin embargo, serían vendidas y llevadas poco después (probablemente el año 1923) en el Museum of Fine Arts Bòston (USA), de donde procede el ejemplar fotográfico de este ejemplar. Otros restos de pinturas, situados en los laterales, se pueden admirar en el Museo de Arte Románico de Cataluña. En Mur desde 2008 se puede ver una copia exacta de las pinturas que han sido reproducidas mediante la técnica papel-gel.

La boveda de la nave central, muy alta es de cañón, tiene arcos torales, que traducen su construcción por cuerpos y la refuerzan. También es de cañón, la bóveda de la nave derecha, donde hay restos de una capilla gótica cerca de la cabecera. La nave izquierda, muestra dos capillas, ya de estilo gótico. En la nave central está enterrado el Conde Ramón, también en algún lugar, no conocido, está enterrada la Condesa Valença, pues este era el deseo, manifestado en su testamento. En la tierra en otra tumba, están los Señores de Miravet. El resto de sepulturas seguramente corresponden a algunos Barones de Mur; ya que años atrás, se notaba en la piedra el escudo de la Baronía

En el altar mayor se venera un gran Santo Cristo, que inspira mucha devoción a los fieles de la Cuenca de Tremp. También hay una imagen de Sta. María de Mur, aunque no es en absoluto el originar, que era una bonita talla de madera policromada, de tradición románica, fechada a la mitad del siglo XIII, quemada junto con otras joyas artísticas de Mur, el 2 de agosto de 1936. La virgen, sentada sobre una arqueta, con corona esculpida en la cabeza, tenía una manzana en la mano derecha, mientras con la otra ayudaba a mantenerse sentado encima de la rodilla izquierda el Niño Jesús, que bendecía al pueblo con la mano derecha y con la otra mano sostenía la bola del mundo.
Los límites de la Baronía de Muro en el siglo XI, eran en el Este Llimiana, en el Sur los términos de Ager, en el Oeste el Coll de Sarga y los términos de Castellnou y Eroles y en el Norte LO temió de Talarn y Gallinero, todos ellos dentro del Condado de Pallars Jussà. Estos límites fueron asignados por el Conde Ramón, yerno de Arnau Mir de Tost, que con colaboración de este, quién le procuro incluso los primeros comunitarios, sacándoles de un Priorat que había semillas a Tost, haría construir el monasterio y la iglesia, consagrada el 14 de enero de 1069, por el obispo de Urgell, Guillem.

El hijo de Ramón i Valença, Pere Ramón, quiso completar la obra de sus padres, saco a los monjes de Sta. María de Mur, sustituyéndolos por canónigos, tal como el propio abuelo del Conde, Arnau Mir, había hecho al suyo Vizcondado, con el fin de re cristianizar el territorio. Entonces instituyó una canónica agustiniana, hacia el año 1098, al confirmarle la mayor parte de las iglesias construidas desde el Torrente de Clarete fondo al Coll de Ares, de este último en la Huesca de Guardián y de aquí en la Noguera. Y entonces el mismo colocó la canónica bajo la dependencia directa de Roma, totalmente independiente del obispado de Urgell, y dirigida por un Cofrade.

Los hermanos del Conde Pere Ramón, Bernat y Arnau (1º Barón de Mur), confirmaron la ofrenda del hermano mayor, añadiendo otros bienes y hombres a Talarn, Palau, Moror, Claresvalls y Areny. Lo mismo hicieron, la mujer de Arnau Adelaida, la hermana de Pere Ramón, Loreta, que era Vizconde en el Grado del Arenal, y algunos nobles, miembros del séquito, para poder enterrar a sus familiares a Mur. El Conde concedía a la Comunidad también la facultad para entenderse y edificar en todo el Condado de Pallars. Hacia 1.174, todavía se estableció una filial de Mur en la iglesia de Sant Miquel de Cellers o del Congost, cerca del paso de Terradets, que tendría que perdurar hasta el siglo XVI en que fue incorporada en Lavaix.

El año 1592, una bula del Papa Clemente VIII, declara suprimidas las comunidades de canónigos regulares agustinianas del Principado de Cataluña. En Mur entonces, se erigió una colegiata de preverdaderas seculares, y la Pavordía pudo conserva el carácter de exenta en virtud de una decisión del tribunal romano de Rota, fechada el 19 de noviembre de 1.600 y seguimiento, el 23 de enero de 1.602, de una bula del mismo Clemente VIII, en qué éste declaraba que no había pretendido apartar a nadie de sus privilegios. Continuó existiendo, pues también, el patronato laico que permitía la presentación de cofrades. Con todo, esta situación se mantuvo hasta que el concordato del Estado con la Santa Sede, firmado el 16 de marzo de 1851, declaraba abolidas todas las jurisdicciones exentas. La aplicación efectiva de este punto, no obstante, se hizo con ocasión de la bula "Quae diversa" de Pio IX, el 14 de julio de 1873, fecha desde la cual Mur quedó legalmente reducida a parroquia rural del obispado de Urgell, del qué pasaron a depender también las 49 iglesias y capillas del pueblos y masías que habían integrado la Pavordía de Mur.

El serrado donde se alzan Castillo y Colegiata de Mur, al extremo de la Cuenca de Tremp, es hoy el centro del término municipal de Castell de Mur, que limita con los de Tremp, S. Esteve de la Sarga, y Llimiana. El año 1860 contaba con unos 400 habitantes, en 1910 unos 300, en 1950 solo sumaba 194 y así se fue reduciendo hasta nuestros días, en que la instalación de agua corriente y electricidad en los pueblos, parece que vuelve a hacer resurgir la vida en estos lugares, hasta ahora casi olvidados. Pues resultaba imposible vivir en el siglo XX, en un lugar donde todavía la inversión pública más importante, era la realizada por los Condes Ramón y Valença. Hoy, el término municipal de Castell de Mur, cuenta con 240 habitantes.

El primer domingo del mes de mayo, se celebra, cada año, el encuentro del Santo Cristo, que año tras año, cada vez acoge además gente y parece que hace revivir los mejores momentos de este conjunto arquitectónico, pieza clave de Románico Catalán.

La Técnica Papel-Gel

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